martes, 11 de junio de 2013

La lluvia de estrellas de las Dracónidas dejó una tonelada de material en la Tierra

         Según un trabajo liderado por los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), se revela que cerca de una tonelada de material procedente del cometa 21P o Giacobini-Zinner fue depositada en la atmósfera terrestre el 8 y 9 de octubre de 2011, durante una de las lluvias de estrellas fugaces más intensas de la última década. Se registró una actividad que superaba los 400 meteoros por hora.


      Cada 6,6 años, el cometa Giacobini-Zinner circula por el sistema solar interior y pasa por el perihelio, el punto más cercano al Sol, de su órbita. En ese momento, el cometa sublima parte de los hielos superficiales y eyecta gran cantidad de partículas que se distribuyen en filamentos alrededor de la estrella. De ellas, las más antiguas han formado un enjambre que la Tierra transita cada año a principios de octubre. El resultado es la lluvia de estrellas Dracónidas, los meteoros de este cometa provienen de la constelación boreal Draco, que golpean la atmósfera terrestre a unos 75.000 km/h, una velocidad relativamente lenta comparada con otros enjambres meteóricos.



         El estudio demuestra que la tarde-noche del 8 al 9 de octubre de 2011 la Tierra interceptó tres densos husos de partículas dejadas por el cometa a su paso por el perihelio, explica el investigador del CSIC, Josep María Trigo, dio a conocer sus resultados en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society. 

         Los investigadores han obtenido las órbitas en el sistema solar de una veintena de meteoros y, de ese modo, han corroborado el origen en ese cometa periódico de las partículas que produjeron el estallido. Para ello han contado con 25 estaciones de vídeo-detección operadas por la Red de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos, y con la colaboración de astrónomos aficionados. 


         Se analizaron la composición química de seis bólidos de ese enjambre del cometa registrados durante el estallido. “Uno de ellos, con una masa inicial de seis kilogramos y casi medio metro de diámetro, llamado Lebrija en honor a la ciudad andaluza que sobrevoló, llegó a rivalizar con la luminosidad de la Luna aquella noche”, asegura José María Madiedo, investigador de la Universidad de Huelva. 

          Los seis fragmentos analizados tienen una composición posiblemente similar a las condritas carbonáceas, tipo de meteoritos ricos en materia orgánica, pero son mucho más frágiles. “No parecen haber sufrido alteración química en su breve estancia en el medio interplanetario, algo que resulta muy interesante para corroborar el papel astrobiológico de estas partículas en el transporte continuo de agua y materia orgánica a la Tierra”, resalta el investigador Trigo. 
         

Fuentes: http://www.rtve.es/noticias/

Roxana Madaras 

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