jueves, 6 de junio de 2013

Asocian contaminación del aire con mayor riesgo de resistencia a la insulina en niños

En abril de 2011, en un encuentro internacional sobre contaminación ambiental, se llegó a la conclusión de que en los últimos seis años han aparecido   más de 50 estudios que la parte de población más expuesta a los COP, que son contaminantes orgánicos persistentes, presenta un mayor riesgo de padecer diabetes. 

También se ha realizado un estudio en Alemania con el que se ha llegado a conclusiones similares.
El estudio ha sido coordinado por los doctores Elisabeth 
Thiering y Joachim Heinrich, del Heltmholtz Zentrum 
München de Alemania. Este nuevo estudio, publicado en 
Diabetología, tenía como objetivo estudiar la posible 
asociación entre contaminación del aire y resistencia a la 
insulina en niños, relación que hasta ahora había sido poco estudiada.
Todos los contaminantes del aire son considerados potentes 
agentes oxidantes tanto sobre los lípidos como sobre las 
proteínas. Por tanto la exposición a los contaminantes 
podría tener un papel en el desarrollo de la resistencia 
a la insulina. Otros estudios ya habían informado que 
el aumento a la exposición a partículas aéreas y a 
dióxido de nitrógeno (NO2) aumenta los niveles de 
biomarcadores de inflamación, otros de los mecanismos que 
podrían causar resistencia a la insulina.

En el estudio dirigido por los Drs. Thiering y Heinrich se 
extrajeron muestras de sangre de 397 niños de 10 años 
de edad, se evaluó el nivel de exposición a la contaminación 
provocada por tráfico rodado y se calculó la posible 
asociación entre exposición a contaminantes ambientales 
y resistencia a la insulina. Los datos revelaron que los 
niveles de resistencia a la insulina eran mayores en 
los niños expuestos a mayores niveles de contaminación 
atmosférica: la resistencia a la insulina aumentaba un 
17% por cada aumento de 10,6 µg/m3 de partículas en el 
aire, y un 19% por cada aumento de 6 µg/m3 de partículas 
de diámetro inferior a 10 µm. Asimismo, los sujetos que 
vivían cerca de carreteras principales mostraban un 
mayor índice de resistencia a la insulina directamente 
proporcional a la distancia a la que vivían.


Sonia Guijarro Calleja

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